El autorretrato no es un selfie.

Juego con el erotismo como acto subversivo y sensorial. Desnudo mis miedos y algunos dolores. Madre, mujer y niña.

Fotografiarme. Soy la fotógrafa y la modelo, mi artista y mi musa. 

 

El autorretrato como autoconocimiento, transgresión, sanación, proyección y transcendencia. Prueba irrefutable de la existencia, ese momento no volverá nunca más.

 Hacerme fotos es tan curativo como el abrazo de mi madre.

 

 

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Fátima Sanz, TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

 

 
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